Una fábrica polaca publica un calendario en el que mezcla sus cajas con supermodelos en lencería
La empresa que fabrica los mejores ataúdes de Polonia se ha dispuesto vender todo su stock con un 'caliente' marketing: la audaz idea de mezclar sexo con el viaje al más allá, dos conceptos objetivamente contrapuestos. Al margen de desviaciones, para la mayoría de la población la visita de la parca era la antítesis del revolcón. Hasta ahora. Los ejecutivos de Lindner han ideado un calendario que combina fotografías de sus gélidos ataúdes y posados de tórridas supermodelos con pocos remilgos, menos ropa y cachas de muerte.
Las instantáneas recuerdan algunas escenas de 'James Bond', 'El Padrino' o 'Reservoir Dogs', aderezadas con una sugerente mezcla de sepulcros y lencería fina. En una de ellas, un marido en pleno ataque de cuernos apunta con una escopeta al amante de su mujer, recostado sobre uno de sus modelos de caja y a punto de entrar en ella por la vía rápida. Mientras, la chica, en paños menores después de su adúltero encuentro, suplica clemencia al astado para salvar la vida de su amante. En otras, son ellas las que empuñan la pistola o el rifle. Como una rubia 'vestida' de camuflaje que posa tirada boca arriba sobre el cajón postrero y armada con una escopeta de feria, de aquellas que nunca disparan recto. Tangas, ligueros, piernas largas, pechos generosos y armas de fuego... Es el cóctel perfecto para llamar a la puerta de los instintos más primarios de buena parte de los hombres del mundo.
Pero, ¿y la muerte? La empresa ha querido ligar el lujo y lo sexy con el último viaje. El director, Bartek Lindner, asegura que el proyecto se le ocurrió a él. «En Italia, otra factoría como la nuestra también lo hace. Y me dije: en Polonia fabricamos mejores ataúdes y nuestras chicas son más guapas, así que, ¿por qué no hacerlo mejor que ellos?». Llamaron a modelos polacas e inglesas, a algunos amigos fotógrafos y sirvieron la polémica en madera de pino. Si quieren vender más aún, lo tienen difícil. Su compañía es líder en el mercado de empaquetar gentes camino del inframundo. Incluso exporta sus artículos fuera de Polonia. Fabrican 132.000 ataúdes al año, unos dos por minuto -exactamente al ritmo en que se paran los corazones- y, de propina, esperan vender 3.000 calendarios.
Como recuerda el propio Lindner, la idea no es nueva, aunque sí el revuelo. Desde 2002, la empresa italiana Cofani Funebri implantó sus calendarios picantes de su colección de féretros, con un erotismo un punto más sofisticado y sin armas de por medio. Se pueden comprar en su web www.cofanifunebri.com por 9,30 euros más gastos de envío. Los polacos han tenido, si cabe, más audacia que los de Cofani Funebri pues, por mucho que sea el país de estos la sede del Vaticano, no es lo mismo hablar de muerte y sexo en la despreocupada Italia que en la conservadora Polonia, católica hasta los mismos tuétanos. Obviamente, allí no ha caído bien el muerto del calendario y la Iglesia ha puesto la protesta en el cielo: «Nos sorprende esta iniciativa y molesta. La muerte no es sexy», han dicho sus representantes.



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